23 de desembre de 2009
No todos los días una universidad tiene la oportunidad de organizar un seminario con el exadministrador de la NASA dando una master class en gestión de proyectos de tecnología a profesionales del ámbito. Pero esto es justo lo que pasó el 16 de diciembre, cuando Michael D. Griffin, el undécimo administrador de la NASA, dio el seminario sobre Technology Project Management en la School of Professional & Executive Development de la Universitat Politècnica de Catalunya, la primera universidad Europea con este honor.
Treinta y seis participantes, de ingenieros aeronáuticos y jefes de proyecto a CIOs y CTOs, vinieron al Tech Talent Center, en el 22@, para escuchar a un líder en el ámbito de proyectos tecnológicos complejos y actualmente eminent scholar y profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en la universidad de Alabama. La respuesta de los participantes ha sido muy positiva, dando al contenido del seminario un 4.4 sobre 5, y al doctor Griffin un 4.8. Los ejemplos del ponente relacionados con el sector aeroespacial son muy interesantes, comentaba uno de los participantes; excelente profesor, afirmó otro asistente.
La carrera del doctor Griffin en la aeronáutica abarca más de veinticinco años y culminó en 2005 cuando el entonces presidente estadunidense Bush le nombró como administrador de la NASA. Griffin mantuvo la posición hasta enero de 2009, convirtiéndose en el quinto administrador que más tiempo ha permanecido en el cargo. En 2007, la revista Time le nombró como uno de las 100 personas más influentes del mundo, en parte por la controversia que generó con declaraciones en las que ponía en duda la base científica del calentamiento global, lo que provocó críticas del ámbito científico, incluyendo del jefe climatológico de la propia NASA.
¿Cómo es que un hombre como él imparte un seminario en la UPC, si ni siquiera lo ha hecho antes en otras universidades europeas? Conocí la UPC a través de un compañero que ya había dado clases aquí y que había tenido experiencias muy positivas. Gracias a Ricard González (profesor de física aplicada de la UPC,) la UPC me ofreció la oportunidad de enseñar aquí, lo que me ha gustado mucho. Los participantes del seminario fueron muy receptivos y entendieron los matices especificos de la gestión de proyectos tecnológicos complejos.
Como defensor incondicional de los vuelos espaciales tripulados, el doctor Griffin cree que los presupuestos nunca pueden ser demasiados altos y le preocupa que hechos conseguidos en el pasado, como las misiones Apolo a la luna, ya no son factibles. Ofrecer incentivos a empresas privadas, como propone la comisión Augustine, para el desarrollo de lanzaderas espaciales tripuladas, no es algo con lo que el doctor Griffin esté a favor. No estoy en contra de la iniciativa privada y la NASA tradicionalmente colabora con proveedores privados. Aplaudo a empresas como Virgin Galactic, pero estas empresas ofrecen subir a 150 kilómetros durante unos minutos. Eso no es lo que necesita la NASA.
Más cooperación internacional y reunir los recursos financieros y tecnológicos globalmente, otra propuesta de la comisión Augustine, tampoco le convence al doctor Griffin como camino futuro para los vuelos tripulados de los EE.UU. Trabajamos juntos con otras agencias espaciales, especialmente con la ESA [European Space Agency], y siempre nos alegra que un proyecto de otra agencia sea exitoso, pero no creo que debamos dejar las cosas a otros y tampoco que el Congreso de los EE.UU. esté dispuesto a permitirlo les encanta la ciencia demasiado.
¿Quizás la manera de conseguir más presupuestos es una carrera espacial con China, como la carrera espacial entre los EE.UU. y la antigua Unión Soviética? La exploración del espacio no es una competición. Tenemos que complementarnos el uno al otro y no hacer lo mismo que los demás. La carrera con la Unión Soviética fue el resultado de tensiones entre ambos países a otros niveles; no me gustaría ver la misma tensión entre Estados Unidos y China. Pero no he visto ningún presupuesto hasta ahora y no sabremos nada hasta finales de enero o principios de febrero, cuando el presidente decida. No quiero hablar por él. ■