Premio Nacional de Urbanismo para Sebastià Jornet, Carles Llop y Joan Enric Pastor

30 de marzo de 2009

Durante la entrega del premio, la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, lo definió como «una brillante muestra de las posibilidades que ofrece la renovación de los tejidos urbanos en nuestras ciudades».

El jurado valoró el carácter integral de la actuación, planteada para un barrio surgido a finales de los años sesenta, de marcado carácter marginal y socialmente muy degradado. También apreció la estructura urbanística de la propuesta, apoyada en una rambla central de nuevo trazado sobre la que emplazar y generar nuevos espacios, así como nuevos equipamientos y edificios residenciales. Todo ello promoviendo la cohesión social y la sostenibilidad tanto ambiental como económica del barrio.

Este premio supone para los galardonados una gran satisfacción por el reconocimiento a un trabajo intenso, complejo y transversal: «Desde el primer día de los inicios del trabajo, allá por el año 2000, la sensación generalizada era que, después de tantos intentos de proyectos frustrados, en el caso de La Mina había que resolver una cuenta urbanística y social pendiente con el barrio». Fue precisamente esta situación la que les llevó a una complicidad técnica, política y social entre las partes implicadas, con las que el diálogo fue muy constructivo. Las discusiones sobre el emplazamiento de la nueva escuela y las nuevas viviendas, los derribos que se debían realizar o la dotación de los ascensores fueron algunos de los temas en los que se centró la posible actuación urbanística.

Según los premiados, para llevar a cabo con éxito la rehabilitación integral de un barrio tan degradado «el acierto reside, en parte, en la aplicación intencionada de la regla de las tres ‘c’ que cita nuestro amigo Pere Serra, gestor experto en estas actuaciones: concertación, concentración y consenso». Concertación entre las diferentes administraciones, concentración en la intensidad y transversalidad de las actuaciones, y consenso entre las partes implicadas: políticos, técnicos y vecinos del barrio.

Los programas de inserción sociolaboral que se están llevando a cabo en el barrio prestan especial atención al colectivo drogodependiente, a las personas con discapacidades y a la comunidad gitana: «Las actuaciones realizadas muestran una Mina que mira al futuro con ojos nuevos, porque ve que la transformación es ya una realidad. Una transformación que deberá seguir produciéndose desde la cohesión social del barrio y su integración con el resto de la ciudad». Finalmente, el Plan de Transformación del barrio de la La Mina culminará con la construcción de 400 viviendas protegidas, que son necesarias para realojar a la población afectada por la transformación del barrio. ■

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